lunes, 18 de junio de 2012

¿Y la cultura dónde esta?


La identidad cultural esta entendida por muchos como una historia a través del tiempo, como la simple formación del hombre y la interpretación de su mundo, sus tradiciones. Una esencia natural dentro de un espacio autóctono. Validas todas. Pero en realidad ¿sabemos cuál es nuestra identidad? Me atrevo a agregar un aspecto relativamente importante, pero al parecer de mínima atención: la cultura es eso que estamos haciendo desaparecer. 
A los ojos de todos, lo que llamamos identidad cultural, se apaga como flama que carece de oxígeno. Vemos, oímos y como buenos caleños, no preguntamos. La pereza predomina y nos estancamos en un juglar de ignorancia. Si no conocemos el pasado, ¿qué futuro, qué herencia hemos de entregar a nuestros nietos en 10 años?
Gran parte del problema radica en la inversión administrativa. El 2012 ha sido un año el cual se ha calificado como próspero y de cambios positivos en el municipio pero, 21 mil millones como inicio presupuestario es poco para lo que este proyecto social representa. Se ha pasado de ser un ‘corre corre sobre ingresos’ y me atrevo a pensar que se destina el monto suficiente a quien llegue primero en la lista de repartición. Es dolorosa la posición de los caleños ante un impuesto predial que no cubre ni en un 5% el gasto para el que está diseñado, que desde un principio tuvo un mal enfoque.

En Cali, los espacios dedicados a la cultura están casi en extinción. La escasez de líderes es una epidemia. Los artistas tienen miedo al fracaso y las actividades relacionadas son de baja expectativa al faltar lo antes mencionado. Entonces, ¿qué estamos haciendo mal? La ciudad no solo necesita recursos, necesita que el caleño se plante y pregunte ¿qué es Cali? ¿Qué se hace aquí? Necesitamos gente dispuesta a recuperar nuestro municipio sin políticas.

Hemos heredado una cultura rica en talento que a través del tiempo no son ni siquiera memorias. Solo imágenes pegadas en un álbum en el cajón del abuelito que nunca deja abrir. Vivimos la fantasía del artista: un repertorio nuestro pero en un escenario arrendado.

Poseemos tres eventos magnos representativos que no están a la altura que merecen y aún así son relativamente cortos en su trayectoria:

El festival Mundial de la Salsa: Basados en el talento sobrehumano que tenemos los caleños para mover los pies a una velocidad de entre 45 y 50 revoluciones por minuto.

El festival Petronio Álvarez: un evento histórico que celebra el pacífico colombiano. Esa cultura afrodescendiente que aún es víctima de discriminación y guerra. Quedamos en el intento de reafirmar nuestro compromiso social con tan dichosa y exquisita cultura que ahora, nuevamente, se ve amenazada por un bajo presupuesto. 15 años de trascendencia y me atrevo a decir, que como un buen guayabo, se pierde con los días.

El festival internacional de Cine: Somos pioneros de la cinematografía en Colombia. Hace 90 años, en esta región nació la novela de Jorge Isaacs, ‘María’. Andrés Caicedo fue uno de los precursores del teatro y el cine en la Sultana. Creyó en el talento de los suyos y aunque a sus 25 años decidió que su marca había quedado sembrada y que vivir más allá de un cuarto de vida era una insensatez, coalicionó la biografía de una ciudad que por años se había llenado de salsa y cholados.

Partiendo de ahí, Cali sembró esperanza para diferentes proyectos artísticos dentro y fuera de un escenario. Pero es justamente lo que sucedió, quedó ahí. Nos estamos quedando en las ideas y no materializamos.

Espacios como los que la Biblioteca Departamental presta no son altamente sociables por falta de inclusión social. Teatro, actuación, exposiciones gráficas, caricaturas, dibujos y los asistentes no suben más allá de 10 por actividad.

Deberíamos dejar de estigmatizar la cultura como ‘un pasatiempo, ocio o hobbie’ para llegar a convertirla no solo en un espacio, sino una carrera que más allá de ingresos económicos, genere el impacto necesario para posicionar a la ciudad de Cali como un verdadero Patrimonio Cultural de la Nación, no un centro de estética mundial.

Generar un cambio es de valientes. La inversión es propia. Fomentar investigación, lectura, descubrir lo que ya estaba descubierto, planear, preguntar, hacer y actuar es lo que Cali necesita para ser nuevamente una ciudad emblemática y turística del pacifico. Una Cali que sí nos merecemos.